sábado, 23 de mayo de 2009

LA GENERACIÓN LABORATORIO

“La desorientación de mi generación tiene su explicación
en la dirección de nuestra educación...”
“El espantapájaros”de O. Girondo

Ante la redacción de la nueva ley de educación resulta casi imposible una breve reflexión acerca de la pertinencia o no de los distintos cambios educativos. Cursé un profesorado de letras y mi camada será la segunda promoción que ostentará el título de “Profesorado en Lengua y Literatura para EGB 3 y la Educación Polimodal”: la segunda promoción de profesores para un secundario que no existirá cuando nos egresemos.
Esta situación me recuerda una frase de una de mis profesoras del secundario, ella dijo, en una oportunidad respecto de la implementación del área tecnología cuando no existían aún los profesores para esa materia: “Podrán hacer los cambios que quieran, pero los profesores seguimos siendo los mismos”. Cito estas palabras porque invitan a una doble reflexión. En primer lugar, la falta de capacitación docente previa a la implementación del nuevo sistema educativo. La segunda, la educación fragmentada que recibimos los estudiantes a raíz de esos cambios.
Quienes hemos nacido a mediados de los ochenta recibimos una educación escindida, un rompecabezas pedagógico: somos la generación laboratorio, experimentos de la educación del mañana para los estudiantes del futuro. Todavía hoy no sabemos cuál era esa educación y quiénes esos estudiantes.
De todos modos, la problemática que planteo no son los cambios educativos en sí, sino su incorrecta implementación y manipulación. La mayoría de los pertenecientes a la generación laboratorio egresamos de la primaria en séptimo año. Al ingresar al secundario ya se había efectivizado la EGB 3. Pero cuando finalizamos noveno debimos volver al secundario anterior (tercero, cuarto y quinto) porque el Polimodal no estaba implementado ¿No hubiese sido mejor respetarnos el secundario que nos correspondía o aprobar EGB 3 y Polimodal juntos?
El año pasado terminé de cursar el cuarto año del profesorado y durante ese ciclo lectivo fueron incontables los cambios internos en los contenidos de las materias. Los nombres de las asignaturas son una máscara, debajo de ellas se esconde el fracaso del sistema educativo anterior. Y lo más triste es que no sé si deba sentirme angustiada por no haber cursado desde que terminé la primaria ningún proyecto educativo completo.
Deberé confiar en que los estudiantes que se formen en la nueva ley de educación tengan mejor fortuna. Asimismo, espero un cambio educativo serio y responsable con los estudiantes y con los docentes. De lo contrario, seguiremos mirando hacia el horizonte sostenidos con piernas de espantapájaros.

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